(You can read this article in English here.)
Las fuerzas militares saudíes, respaldadas por Estados Unidos, bombardearon un centro de detención en Yemen tres veces el 21 de enero, matando al menos a 91 personas e hiriendo a 236 más.
Esta atrocidad masiva en la gobernación de Saada, en el noroeste de Yemen, se llevó a cabo utilizando armas fabricadas en EEUU, incluyendo una bomba guiada por láser fabricada por el principal contratista del Pentágono, Raytheon.
La complicidad de Washington fue confirmada por Amnistía Internacional, cuyos expertos analizaron fotos que mostraban los remanentes de una bomba Raytheon GBU-12, de 500 libras.
Arabia Saudita, uno de los países más ricos del mundo per cápita, ha estado bombardeando a Yemen, la nación más pobre de Asia Occidental, desde marzo de 2015, con el firme apoyo de Estados Unidos y Reino Unido.
La guerra en Yemen ha creado la peor crisis humanitaria del mundo, provocando la muerte de cientos de miles de yemeníes.
La ayuda estadounidense a la monarquía saudita en esta guerra ha continuado bajo las administraciones de Barack Obama, Donald Trump y ahora Joe Biden.
Hasta Amnistía Internacional, que es infame por su parcialidad pro occidental, reconoció que esta masacre en Yemen es “la pieza más reciente de una red más amplia de indicios sobre el uso de armas de fabricación estadounidense en incidentes que podrían constituir crímenes de guerra.”.
La organización escribió:
Desde marzo de 2015, el personal de Amnistía Internacional ha investigado decenas de ataques aéreos y ha encontrado e identificado repetidamente restos de municiones de fabricación estadounidense. Amnistía Internacional había identificado anteriormente el uso de esas mismas bombas fabricadas por Raytheon en un ataque aéreo encabezado por Arabia Saudí lanzado el 28 de junio de 2019 contra un edificio residencial de la gobernación de Taiz, Yemen, que mató a seis civiles, tres de ellos menores de edad.
La Organización de las Naciones Unidas informó que el centro de detención de Saada estaba lleno con unas 2.000 personas, incluyendo 700 migrantes, en el momento en que fue bombardeado “por tres ataques aéreos en rápida sucesión”.
El portavoz de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), Rupert Colville, dejó en claro que era un objetivo civil, y afirmó, “Durante la reciente visita de nuestro equipo esta semana, no vimos señales que indicaran que este sitio, antes un cuartel, sigue teniendo una función militar.”
El mismo día de este ataque, las fuerzas saudíes y emiratíes apoyadas por EEUU y Reino Unido también bombardearon la red de telecomunicaciones de Yemen, cortando el acceso a internet de todo el país.
El ACNUDH informó que, en los primeros 28 días del año 2022, las fuerzas saudíes respaldadas por EEUU lanzaron 1.403 ataques aéreos en Yemen.
El presidente Joe Biden prometió durante su campaña presidencial de 2020 que terminaría el apoyo de Estados Unidos a la guerra contra Yemen. En febrero de 2021, solo unas semanas después de asumir el cargo, Biden afirmó que estaba “poniendo fin a todo el apoyo estadounidense a las operaciones ofensivas en la guerra en Yemen, incluidas las ventas de armas relevantes”. Esto era demostrablemente falso.
La administración Biden ha mantenido el apoyo a Arabia Saudita y la venta de armas a la monarquía, mientras bombardea regularmente a civiles en Yemen.
Amnistía Internacional informó:
Desde noviembre de 2021, el gobierno de Biden ha aprobado la venta —y ha asignado contratos a empresas estadounidenses— de misiles, aviones y sistemas de defensa antibalística a Arabia Saudí, incluido un acuerdo de 28 millones de dólares firmado a mediados de enero para el mantenimiento, por parte de Estados Unidos, de aviones saudíes.
Entre estos acuerdos estaba la venta aprobada a Arabia Saudí de 650 millones de dólares en misiles, también de Raytheon, a la que el Congreso dio luz verde a pesar de las mociones para bloquearla. En diciembre, el gobierno declaró que mantenía su compromiso respecto a las ventas propuestas, por valor de 23.000 millones de dólares, de aviones F-35, MQ-9B y municiones a Emiratos Árabes Unidos, a pesar de los serios motivos de preocupación en materia de derechos humanos. El seguir armando a la coalición encabezada por Arabia Saudí no sólo incumple las obligaciones contraídas por Estados Unidos en virtud del derecho internacional, sino que viola también la legislación estadounidense. Tanto la Ley de Ayuda Exterior como las Leyes Leahy prohíben las ventas de armas y ayuda militar estadounidenses a quienes hayan cometido violaciones graves de derechos humanos.
La ONU ha pedido que se investigue el ataque.
Amid 🇾🇪#Yemen’s escalating conflict, which saw deadly airstrikes by the Saudi-led coalition on 21 January, we call for a transparent, independent and impartial investigation to ensure accountability for any breaches of international humanitarian law.https://t.co/pt3cg0urY5 pic.twitter.com/ZNtCEqXY8A
— UN Human Rights (@UNHumanRights) January 28, 2022
